La capacidad de liderazgo se conforma por una combinación de elementos que determina su fuerza para producir en los demás las acciones y actitudes correctas. En el liderazgo “influenciar” carece de connotación negativa, por  el contrario implica una dirección  por medio de la “contención” del individuo y orientada a la intersección de intereses, metas y valores, para así establecer una motivación positiva de los sujetos y una focalización correcta de sus acciones. Es entonces la influencia interpersonal – y la capacidad de construirla – el elemento central de la fuerza del liderazgo.

Lo interpersonal se construye a partir del intercambio y es la comunicación el medio por el cual se cumplen las actividades primarias de los líderes.  Pace asegura: “La comunicación es, por lo tanto, el único proceso a través del cual el líder puede ejercer influencia”.

Los líderes deben colaborar en la construcción de ciertas normas: 

Los líderes deben desarrollar visión y agresividad para tomar decisiones eficaces y decisivas en la organización.

Deben tener un panorama más amplio en lugar de ver los golpes y las excentricidades de la vida de la organización.

Deben observar los hechos en su contexto e interpretar las situaciones en términos de la historia y los objetivos únicos de la organización.

Deben tener la fuerza y valentía para tomar decisiones arriesgadas y difíciles.

Deben obtener información relevante y ser capaces de interpretar la multiplicidad de mensajes de la organización.

Deben reconocer la importancia de la cultura de la organización y moldear esa cultura para aumentar la cooperación interpersonal hacia el interior y la lealtad.

Deben sentirse cómodos consigo mismos y poder manejar la tensión del liderazgo.

Ser líder, una capacidad nata que debe cultivarse, expandirse. Un desafío para que él éxito general sea la suma del crecimiento particular.

Por Alejandro Paolini

Director General de Vértice, Imagen & Comunicación.