Por Alejandro Paolini, Director General de Vértice, Imagen & Comunicación.

En el año 2003 fuimos convocados por una organización cuya imagen estaba desprestigiada, afectada por constantes crisis puntuales y generales, amenazada por cambios legislativos y cuestionada. Se trataba de AADI-CAPIF. Confieso que en momento que fuimos llamados para presentar una propuesta con otras consultoras, ni siquiera conocía el nombre.  Su Gerente General era un hombre con un empuje extraordinario, una visión de cambio y motivadora fuera de lo común. Un torbellino de trabajo, Ricardo Sangiovanni.

AADI-CAPIF es una entidad de cobro por cuenta y orden de terceros. Ya su denominación es “incómoda”, y lo que cobraba un intangible molesto para muchos de los que debían abonarlo. Su función es cobrar los derechos por uso y difusión de la música en lugares públicos. Desde un restaurante, un bar, un salón de fiestas, un circo. Uno de los casos de crisis más notables había sido el de un circo en Misiones, dónde el cobrador de la entidad había sido corrido a latigazos por uno de los domadores cuando fue a cobrar.

La falta de comunicación, de explicación pedagógica al Campo Social del objeto y destino de los fondos, acarreaba múltiples problemas con las mismas causas: de comunicación interna y motivación, porque todos sentían su trabajo como cuestionado, legislativos, porque poderosos lobbys querían anular los derechos que representaba, porque al no “decir”, al no “explicar”, al no “comunicar”, la sociedad toda asumía significados negativos. Daban el costado más fuerte convertido en más débil. Pero qué hacía AADI-CAPIF? A dónde iba el dinero que se cobraba y que todo el mundo no quería entregar?. A los productores fonográficos y los intérpretes. Al arte, a la cultura de nuestro país. A quienes sostienen nuestra identidad cultural, a los mismos ídolos que quienes detestaban o cuestionaban la organización que los representaba, admiraban.

Sangiovanni y la Comisión Directiva tenían una clara noción del rol de la música y su utilidad para los negocios. Numerosos estudios explicaban el uso de la música para prolongar la estadía en un restaurante o acortarla, para motivar la compra de productos en un supermercado o tienda. La música es arte que además aumenta la rentabilidad con su uso. La estrategia de comunicación fue esa “explicar”. Quién se podía oponer a que los cantantes recibieran el fruto de su trabajo? A perpetuar el trabajo y el sustento de los artistas. La esencia de la organización era positiva. La capacidad comunicativa de Ricardo era avasallante. Hicimos una gira por las ciudades más conflictivas, dónde se sentó con las Cámaras, con los medios de comunicación, explicando, creando empatía. El argumentario era indiscutible: quién podía ir contra el arte, contra el valor cultural, contra el derecho al sustento? En la estrategia planteamos un cambio radical: de estar “ocultos”, salir a mostrarnos. Se sponsorearon recitales, se participó en eventos culturales.

El Gerente General encaró una agresiva campaña de comunicación interna de cambio de discurso: la fuerza de la idea era imbatible. Y la Comisión Directiva coronó el Plan con una iniciativa de alto costo pero arrolladora: una serie de recitales de León Gieco en diferentes ciudades “AADI-CAPIF POR LOS CHICOS”. Más de diez mil personas en Córdoba, otro tanto en Resistencia, llenos en Santa Fe y el resto de los destinos. Cada recital tenía como entrada un elemento no perecedero para los chicos, y se hacía un fuerte trabajo de comunicación con organizaciones no gubernamentales a las que se apoyaba. Conferencias de prensa de León y Leopoldo Federico, Presidente de la entidad, regaron la pedagogía de la razón por sobre la desconfianza. Se pasó de más de treinta crisis mensuales a casi cero, la motivación del personal se fue por los aires, los lobbys fracasaron y todas las Cámaras tuvieron que reconocer el derecho de los artistas.

Esta nota no es solo un caso de comunicación, es un sentido homenaje a esos artistas que pueblan nuestra vida de música. Y un especial homenaje a Ricardo, que falleció de regreso del primer recital, de Santa Fe, como fue su vida, un trabajo por esa amada organización a la que le dio todo y la colocó en el lugar de reconocimiento que debía estar. La mejor voz de los artistas los dejó huérfanos en el primer recital, pero la velocidad del cambio ya la había disparado.