Por Alejandro Paolini, Director General de Vértice, Imagen & Comunicación

Hace catorce años tuve una reunión en una empresa que hoy ya no existe como tal. Una empresa de help desk, fundada por un matemático argentino que había pasado por la militancia y por el exilio, y que a su regreso al país se había convertido en emprendedor.

Una de las primeras cosas que me generó curiosidad fue la oficina de este hombre: tenía una empresa de help desk, pero no usaba computadora. Nos habíamos sentado a conversar para analizar si en algo podía colaborar con él. Comenzó por contarme que su mercado eran unas ciento cincuenta empresas del país, de las cuáles sesenta ya eran clientes de su organización. Las que no lo eran, lo tenían como uno de los mejores en su mercado… o el mejor. Pasamos a conversar entonces sobre comunicación interna, y quedé atónito.

Como todas las empresas del país, al caer el gobierno de la Alianza, su organización había entrado en una situación delicada. Me contó que para poder sostenerla sin despidos había tomado una decisión.

Junto a sus más de quinientos empleados en un salón de parque norte, les explicó la situación de mercado, la baja de rentabilidad, la necesidad de acomodar números y abrió con total sinceridad los “libros”. Les dio la opción de trabajar en ciertas condiciones que mantuvieran el equilibrio con el compromiso de no obtener ganancias para él. Su presentación fue impecable… y luego sometió esto a votación.

El resultado fue un cerrado aplauso de pie de todos los integrantes de la organización y el apoyo al plan de crisis. La empresa se recuperó, el premió a todos, tomó el liderazgo absoluto de mercado. Luego del relato, le dije: no me necesitas, es más, debiera pagarte yo por la lección que acabo de escuchar.

Lo encontré pocos años después, cuando ya había vendido a una multinacional enorme la empresa. En esa ocasión volvió a sorprenderme: para vender había puesto como condición la permanencia de todos los empleados.

Sin duda que sus ideas signaron su accionar, pero no deja de ser un ejemplo de management, de que ser empresario no es contradictorio con ser solidario y sincero, y que la verdad lidera y… lleva al éxito.