Por Alejandro Paolini, Director General de Vértice

Uno de los pilares del liderazgo es la capacidad de comunicación, de escucha, de análisis y de motivar por medio de la comunicación interpersonal.

En Suiza, por ejemplo, existe el premio al management. Entre los parámetros que se colocan para evaluar, es el del porcentaje del uso del tiempo. No podría ser de otra forma en Suiza. Esos parámetros exigen que un líder utilice el 33% de su tiempo para analizar, un 33% para comunicarse y un 33% para tomar decisiones.

A lo largo de muchos años, fueron los managers que invirtieron más en comunicación interpersonal e interna, los premiados, hasta con un 70% del tiempo invertido en comunicarse.

Esto no es caprichoso, la comunicación del líder en forma constante con sus colaboradores, permite un proceso de intercambio enriquecedor para todos. El manager puede detectar problemas en cuanto a objetivos y capacidad real o potencial de alcanzarlos. Evalúa el nivel de motivación para con la organización de parte de los integrantes e interviene de forma directa en el proceso de motivación a partir de demostrar su capacidad de escucha y empatía con la realidad de la empresa. El intercambio directo aleja del pedestal y da la sensación concreta de cercanía. Se deja de ser “el tipo que toma decisiones sin conocer cómo se pueden llevar a cabo”, para dar un espacio de participación y de corrección. Por otra parte, abre también un flujo de comunicación que aumenta la identificación y permite conocer el potencial en forma directa de los integrantes y hasta identificar mejoras posibles en diversos planos, que la lejanía impide.

En los niveles de satisfacción y clima laboral, al informase de factores tal vez de sencilla resolución que producen ruido organizacional. En los niveles de análisis para promocionar o impulsar a colaboradores cuya labor no es visible. En evacuar dudas e inquietudes surgidas de rumores, es decir del canal informal existente, y redirigir la energía. La comunicación informal en las organizaciones es un factor per se, que puede y debe ser utilizado a partir de la producción de mensajes positivos o informativos, capaces de anular la negatividad de la que puede ser distribuidora. Un management inteligente sabe complementar la comunicación informal con la formal, las retroalimenta en función de las necesidades de los colaboradores y de la organización, dentro de una planificación, recorrida constante, diagnóstico  y corrección de lo actuado.

El acceso a comunicarse con los superiores, la predisposición de ellos a conducir desde la interacción, es un factor determinante de éxito, un elemento para hacer la diferencia en momentos de exigencia. La comunicación libera las fuerzas, desmitifica, facilita la unidad de criterios y alinea la acción al evitar silencios o espacios de duda.