Por Alejandro Paolini, Director General de Vértice, Imagen & Comunicación.

Además de la división por vectores que se hace de la comunicación interna, es preciso diferenciar y definir las tipologías existentes y su funcionalidad.

La taxonomía o diferencia es entre comunicación “operativa” y comunicación “motivacional”. La existencia de las dos es necesaria, inherente e inevitable para y dentro de las organizaciones. Las fronteras o barreras son confusas, dado que toda acción/comunicación y toda comunicación/acción cumplen más de una función por la dialéctica propia y el proceso por el cual el receptor se hace dueño del mensaje. Así es imposible aseverar una funcionalidad lineal o un efecto preciso.

La necesidad de distinguirlos radica en la identificación de los objetivos de cada acción en virtud de la necesidad puntual.

La comunicación operativa está: DIRIGIDA FUNDAMENTALMENTE A LOS ASPECTOS FUNCIONALES DE LA ORGANIZACIÓN. ES EN SU MAYORÍA INFORMATIVA Y DE CONTENIDO ESPECÍFICO.

La comunicación motivacional está: DIRIGIDA A CONSTRUIR LA CULTURA, EL CONSENSO, ABRIR LA PARTICIPACIÓN Y MEJORAR EL FUNCIONAMIENTO.

Su interdependencia es absoluta:

La comunicación operativa confusa o ineficiente conspira contra la motivación organizacional.

La comunicación motivacional escasa o nula desaprovecha el potencial de la organización y por lo tanto torna menos efectiva la operativa.

La conciencia de estos dos aspectos o funcionalidades de la comunicación interna permiten construir una arquitectura de la misma, dónde la motivacional haga de la operativa un vehículo eficiente y la operativa sea clara en su contenido y despierte interés por la situación motivacional. La inteligencia, la creatividad, la coherencia y la economía son centrales al momento de pensar las estructuras de comunicación interna.